Perdonar es…
como una melodía...
Un aleluya...
Un aleluya...
¿Cuán dispuesto
estás a perdonar a tu hermano? ¿Hasta qué punto deseas la paz en
lugar de los conflictos interminables, el sufrimiento y el dolor?
En
el perdón reside tu paz, pues en él radica el fin de la separación y del sueño de peligro
y destrucción, de pecado y muerte, de locura y asesinato, así como de aflicción
y pérdida. Éste es el “sacrificio” que pide la salvación, y, a cambio de todo
ello, gustosamente ofrece la paz.
A todo lo
que parece eterno le llegará su fin. Las estrellas desaparecerán, y la noche y el día dejarán de ser.
Todas las cosas que van y vienen, la marea, las estaciones del año y las vidas
de los hombres; todas las cosas que cambian con el tiempo y que florecen y se
marchitan, se irán para no volver jamás. Lo eterno no se encuentra allí
donde el tiempo ha fijado un final para todo. El tiempo sólo está a la
espera del perdón para que las cosas del tiempo puedan desaparecer, ya que
no son de ninguna utilidad.
Pues
el perdón no se propone conservar el tiempo, sino abolirlo una vez que deja de
ser de utilidad. Mas no debemos olvidarnos de que en un mundo así, no
transcurre mucho tiempo antes de que la intemporalidad venga calladamente a
ocupar el lugar del tiempo.
Extractos
de “Un curso de milagros” Cap.
29.6
Helen Schucman
2 comentarios:
Perdonar es recordar... sin dolor. Perdonar... es libertad. Perdonar... es paz.
Perdonar permite dedicar toda tu energía a lo que realmente importa.
Tiene sentido... perdonar para que el tiempo deje de existir... para vivir en lo intemporal... en el amor, que es eterno.
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