La humildad de un guerrero no
es la misma que la de un hombre servil. El guerrero no inclina su cabeza ante
nadie, pero tampoco permite que nadie se incline ante él. El hombre servil, en
cambio, se arrodilla ante cualquier persona que considere más poderosa y exige
que las personas que están bajo sus órdenes tengan la misma conducta ante él.
Lo malo de las palabras es que
ellas nos hacen sentir como si estuviésemos iluminados, comprendiendo todo.
Pero cuando nos llega el momento de enfrentar al mundo vemos que la realidad es
completamente diferente de aquello que discutimos o escuchamos. Por causa de
eso, un guerrero procura actuar y no pierde su tiempo en conversaciones
inútiles. A través de la acción él descubre el significado de lo que sucede en
su vida diaria y toma decisiones creativas y originales.
Castañeda y el ánimo del guerrero - Paulo Coelho
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